Dada la multiplicidad de desafíos que enfrenta la humanidad, hoy la educación ya no es una opción, sino una obligación.
El vertiginoso cambio que ha provocado el ingreso del mundo tecnológico es tal, que tenemos cada vez más que interpelarnos, a qué decimos cuando planteamos que una sociedad debe ser educada, que nos planteamos, cuando es un hecho que sin educación no hay trabajo digno y sin trabajo digno, es casi nula la posibilidad de crecer y tener una sociedad autónoma, que genere soluciones, más que problemas de dependencia.
De manera especial a la generación de personas que nacieron en un mundo donde las tecnologías no son un avance, sino una realidad, deberemos abordarlas, de diferentes maneras, ya que las amenazas de este siglo, no son el analfabetismo de no saber leer o escribir, sino que la amenaza hoy, es que los sujetos no sepan desaprender, reaprender o aprender.
Los millennials crearon un nuevo paradigma, o sea, los jóvenes nos obligaron a rediseñar la manera de enseñar, las nuevas generaciones, los centenialls, nos redefinen o reformulan, nuestra mirada en el aula y en su manera de aprender.
Desde hace varios siglos la educación se ha basado en la transferencia del conocimiento, con un sujeto que brindaba la información, el docente (activo), y un alumno que al recibirla la memorizarla (pasivo) y así adquiría incumbencias que lo acreditaban que había aprendido.
Hoy los jóvenes, por primera vez en la historia, poseen acceso inmediato a la información y el conocimiento está al alcance de su mano, o en su mano misma mediante un click.
Si consideramos que la palabra alumno –del latín: el prefijo “a” significa “sin” y “lumno” de la raíz “lumen luminis”, luz– podemos deducir que un alumno que hoy ingresa al aula no necesita de un docente para que “lo ilumine” pues dicha acción la encuentra de manera individual mediante el uso de tecnologías disponibles.
Muchos de los docentes de hoy fueron parte de aquella formación enciclopedista, estructurada, que demandaba un tiempo de búsqueda de la información, para luego iniciar el proceso de interpretación y memorización.